Asturias No a los Tratados de Libre Comercio

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Las puertas del “libre” comercio

 

Autor: Lennart Koch

 

La Comisión Europea inició recientemente una iniciativa para transmitir su visión de los tratados de libre comercio que se negocian actualmente y suscitan tanta crítica. Manda a un representante por las ciudades españolas, Jochen Müller (Alemania, 1976), analista político en la sede de Madrid de la Comisión Europea, que presenta los acuerdos en curso como una oportunidad para las pymes españolas y una puerta para salir de la crisis económica. La intención de la Comisión Europea es enfrentarse a las críticas y desmentir lo que llaman los “mitos” sobre el Acuerdo Transatlántico en Comercio e Inversión, más conocido por sus siglas en inglés, TTIP. Así, Jochen Müller subraya la cantidad de libre comercio que tiene España ya con EEUU y dice que los estudios hechos pronostican más o menos crecimiento del comercio y del empleo. La fundación alemana Friedrich Ebert dice al contrario sobre estos estudios del Centre for Economic Research (CEPR) y del instituto IFO en Múnich (de Bertelsmann y del BMWi): “Incluso con unas presuposiciones extraordinariamente optimistas las expectativas de efectos en crecimiento de comercio y empleo son diminutos”. La Fundación Friedrich Ebert subraya además que los estudios no incluyen de una manera seria los posibles costes. De hecho parece que la Comisión ignora las cifras de los pronósticos que encargó: cuando la televisión bávara preguntó al anterior Comisario de Comercio, Karel de Gucht, por este crecimiento diminuto estaba muy sorprendido. Müller sigue nombrando los números más positivos de los estudios sin ponerlos en contexto, es decir, pinta una puerta de salida a la crisis que no existe.

Premios Nobel de economía como Joseph Stiglitz desaconsejaron reiteradamente firmar el tratado, tanto por sus efectos económicos como por las consecuencias políticas y sociales. Hay claros indicios de que el acuerdo más que nada abre la puerta para más desigualdad y más influencia económica en decisiones políticas. Paul Krugman comenta con ironía que el acuerdo puede ser una buena estrategia si falta un plan político. Si el problema es la demanda y la amenaza una deflación, más comercio internacional no puede ser la respuesta. A falta de un proyecto político discutimos sobre estudios científicos, algo muy estadounidense, ya que allí el juicio jurídico sobre efectos nocivos sustituye al principio de precaución.

La Comisión Europea dice haber hecho el proceso de negociación que habitualmente requiere cierta confidencialidad mucho más transparente, porque publican ahora los documentos jurídicos que propone la Comisión Europea y ampliarán el acceso a los reading rooms a los 751 eurodiputados. Lo que preocupa al público, sin embargo, sigue siendo la posición de los EEUU, y los eurodiputados tampoco tienen un mejor acceso: les quitan toda posibilidad de apuntar algo o hacer copias, y pueden ver los documentos solo durante dos horas bajo la vigilancia de dos soldados en la embajada estadounidense. Aunque los textos del acuerdo se puedan modificar hasta el último momento de las negociaciones, Wikileaks ofrece 100.000 euros a la persona que publica el texto actual, simplemente para ver qué se está tramando en realidad. La puerta a la información importante sigue cerrada.

Müller explica además el mecanismo de arbitraje reformado que propuso la actual comisaria de Comercio Cecilia Malmström. No menciona por supuesto que la London School of Economics ya hace años aconsejó no proseguir con este mecanismo, ni que la respuesta a la consulta pública de la Comisión Europea sobre el arbitraje acabó con un 90% de respuestas negativas; tampoco menciona que la mayor asociación de jueces alemanes, DRB, considera que no hay ni base legal ni necesidad para este mecanismo de arbitraje aún en su forma reformada. Impondría unas ventajas para los inversores extranjeros que los inversores europeos no tienen en su propia casa. La puerta para ellos, para la opinión pública y para los expertos sigue estando cerrada.

Jochen Müller sostiene que las normas y estándares de la Unión Europea no se van a cambiar y que se va a respetar el principio de precaución. No cree que los litigios de este mecanismo de arbitraje y las subsiguientes indemnizaciones millonarias vayan a influir en una futura legislación ambiciosa. No cuenta que varios eurodiputados ya se quejaron del intento de la Comisión Europea de hacer presión en decisiones del parlamento. No explica qué función tiene la planeada Cooperación Regulatoria si no es influir ya de antemano en decisiones políticas. No ve que cumplir con una normativa exigente en materia de trabajo, seguridad, medio ambiente y salud significa una enorme desventaja comparativa porque los productos estadounidenses serán mucho más baratos. No explica qué efectos sociales y políticos tendrá esta desventaja que suma a la desventaja de una economía española con muy baja inversión en I+D.

El representante de la Comisión Europea tranquiliza el público diciendo que el TTIP no va a llevar a más privatizaciones y que el TTIP se va a votar en todos los parlamentos europeos porque es un tratado mixto. Pero no habla ni una palabra del TISA, del Tratado sobre el servicio que se está negociando entre la UE, Estados Unidos y otros 22 países. Igual que se hizo al principio con el TTIP, también con el TISA se pretende que sea un tratado con contenido meramente económico. Si la mano pública no protesta enérgicamente su ratificación se efectuará sin pasar por los parlamentos de los estados miembros. Si no fuera por los textos publicados por Wikileaks no sabríamos prácticamente nada sobre las negociaciones hechas en la embajada australiana en Ginebra, Suiza. Siegue siendo igual de opaco que antes, y por lo visto pretenden mantener el mecanismo de arbitraje en su estado más crudo. Viendo esto, toda la supuesta transparencia y reforma en el TTIP parece una mera estrategia para que pase desapercibido lo que se puede conseguir con el TISA. Aparentemente se abren unas puertas para la transparencia para blindar a la vez las puertas traseras a unas negociaciones opacas.

La eurodiputada Vivian Reding es responsable para informar al parlamento sobre los avances de la negociación en el TISA. Como participante en la anterior Comisión Europe, la parlamentaria conservadora ya impulsó el TTIP. Actualmente forma parte del comité ejecutivo de la empresa internacional de Minería Nyrstar, y trabaja en la fundación Bertelsmann. Bertelsmann es la editorial europea más grande y tiene profundos intereses en la privatización del mercado educativo; por casualidad encargó el estudio mencionado anteriormente tan favorable al TTIP. A la Comisión Europea le parece Reding la persona idónea para informar al parlamento. El 3 de febrero consiguió el aval de la Eurocámara para que la Comisión Europea siguiera negociando el TISA. Este es el significado de la puerta giratoria: por un lado los antiguos políticos abastecen empresas con información privilegiada y, por el otro, los antiguos o incluso actuales profesionales de las empresas toman decisiones en posiciones políticas claves.

Economistas como Wolfgang Keller avisaron de unas cláusulas existentes en el texto filtrado del TISA:

  • La cláusula Ratchet haría que las privatizaciones hechas no se pueden volver atrás, una re-comunalización posterior sería prácticamente imposible.
  • La cláusula «stand still» congela el estado actual regulatorio de los estándares sociales, de salud o de medioambiente; ya no se podrían modificar posteriormente.
  • La cláusula «future proofing» haría que todos los servicios que no pone la Comisión Europea ahora en una lista negativa luego deberían estar abiertos siempre también para empresas privadas y eso en el ámbito internacional.

El sindicato internacional Public Services International advirtió que estos acuerdos comerciales fomentan claramente la comercialización de los servicios públicos. Según el eurodiputado Michel Reimon el interés de Estados Unidos es conseguir que ya no se necesite una sede en Europa cuando ofrecen servicios aquí. El consumidor dependería en caso de conflicto del derecho estadounidense, y las empresas americanas dispondrían sin limitación de sus datos. Según el artículo 11 del documento TISA filtrado, también los datos de los bancos se pueden transferir sin más de la UE a EEUU, para guardarlos y ser procesados. En EEUU los datos del extranjero prácticamente no gozan de ninguna protección de datos.

Si el texto del TISA se ratificara en su estado actual, los gobiernos ya no podrían decidir libremente sobre los medios para alcanzar sus objetivos. Eso afectaría p. ej. decisiones sobre el espacio comunal, normas sobre la calidad del agua, sobre el procesamiento de la basura especial o las licencias para instituciones de formación y administrativas. No se podrían poner “obstáculos“ para el comercio con servicios, lo que afectaría a su vez a licencias de servicios de salud, acreditaciones de servicios educativos y universitarios, de centrales nucleares o de basura. Con el TISA la puertas de la privatización serían unidireccionales y estarían abiertas de par en par.